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      Alimentos

Lo que a uno le falta, a otro le sobra: una ecuación difícil de resolver

“Por favor, dame la respuesta, hace catorce años que vivo así, en la calle, y no tengo para comer. ¿Vos sabes lo que es no tener para comer cada noche?", lloró José. Vive en las calles de Buenos Aires y ya perdió todas las esperanzas.

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Por: Catalina del Pino

Argentina, un país con potencial para ser sumamente rico y poderoso, tiene 43,85 millones de habitantes y  2 millones de ellos padecen hambre. Años atrás el “granero del mundo”, el “París de América”, ofreció pan y trabajo a miles de inmigrantes dándoles la oportunidad de rehacer sus vidas y cumplir sus sueños. Hoy, millones de personas se encuentran desesperadas porque no tienen qué comer, mientras que se desechan 16 millones de toneladas de alimentos por año según el Ministerio de Agroindustria de la Nación.

 

El país se encuentra frente a un gran paradigma, a muchísimos les falta alimentos, pero muy cerca de ellos, hay también una enorme cantidad de sobras que son desperdiciadas. La tasa de desnutrición es alarmante. Uno de cada cinco niños padece de hambre, según un estudio de la Universidad Católica Argentina, siendo la infancia el momento más importante para el crecimiento del cerebro y sistema neurológico, como explica el Doctor Abel Albino.

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¿Cómo es posible que en un país donde se desperdician casi 40 kilogramos de alimentos por persona al año, vivan también millones de personas que sueñan con comer cada noche? “Lo que a alguien le sobra, a otro le falta”, debería ser una fórmula muy fácil de resolver. Todo lo que no sea usado ni necesitado, debería entregarse a los que sí lo requieren. Parece ser una tarea simple, un poco de comunicación resolvería todo. Sin embargo, el problema sigue sin ser resuelto y se agrava con el pasar del tiempo.

¿Por qué?

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                                                                1.     Marco regulatorio

                                                                2.     Logística

                                                                3.     Falta de conciencia sobre el tema

                   

La ley 25.989 sobre el Régimen Especial de la Donación de Alimentos explicita en el Artículo 9: “Una vez entregadas al donatario las cosas donadas en las condiciones exigidas por el artículo 2, el donante queda liberado de responsabilidad por los daños y perjuicios que pudieran producirse con ellas o por el riesgo de las mismas, salvo que se tratase de hechos u omisiones que degeneren delitos de derecho criminal”. Pero, como siempre, hay un PERO. La ley que recientemente fue mencionada, se cumple en parte. El artículo 9, el cual daba una solución, fue vetada un año después de haber sido sancionada la ley. Por ello, muchas empresas de alimentación huyen de las donaciones para no correr el riesgo de caer en problemas.

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“A veces los buenos tenemos que pagar por los malos”, afirmó el empresario

Carlos Schuster

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   El miedo es el principal enemigo. Por miedo a la ley, a los juicios, a los problemas, miles de platos de comida terminan en la basura. “Se puede perder más de lo que se gana”, “nos podemos comer un juicio por unos pocos platos de comida que sobran”, “no nos queremos responsabilizar por una posible intoxicación”, “son políticas internas de la empresa”, explican los posibles donantes.

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“A veces los buenos tenemos que pagar por los malos, y lo que puede pasar con esa comida es que te pueden hacer un juicio por las horas de exposición de ella. Si el cliente se lleva la comida y quiere hacerlo, lo puede hacer. Yo no lo hago. Creo que es un peligro. Yo prefiero donar la plata, no la comida”, afirmó Carlos Schuster, dueño de la reconocida empresa Schuster Catering. El empresario explicó que no vale la pena correr el riesgo de problemas legales y su mente se tranquiliza al pensar que aunque desperdicie alimentos, dona luego dinero a quienes lo necesiten.  “Le damos de comer a la gente, pero no con lo que sobra, sino con lo que nosotros compramos para darles de comer a ellos”, reafirmó el dueño del Catering.

 

“Me da cosa, pero aprendes a no pensarlo. Lamentablemente es así. No es algo fácil decomisar la comida”, afirmó Williams Acuña, administrador de Aramark, al preguntarle cómo se maneja la empresa de catering con las sobras de alimentos. Sin embargo, al hablar con él, nunca se refirió a “tirar” la comida, sino que utilizó el verbo “decomisar”, causando menos impacto, menos brutalidad al pensar en el desperdicio.  La realidad es que al final del día, son una empresa, que necesita ganar dinero y ser rentable, no se pueden dar el lujo de caer en problemas legales.

 

A esta traba se le suma otra dificultad.

Alimentos hay, lo que falta muchas veces

es gestión, estrategia, capacidad de logística.

Resulta mucho más simple tirar lo que sobra,

desaparece más rápido y sin costos.

No hay miedos a consecuencias negativas

y tampoco se le hace ningún mal a nadie.

Nuevamente aparece el “pero”, sin saberlo,

se está perjudicando a todos aquellos que

no tienen que comer. Esas sobras podrían  

ayudarlos, alimentarlos.

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El Banco de Alimentos de Buenos Aires aporta con un despliegue logístico de primer nivel y es una pieza clave para luchar contra la problemática de los alimentos. Ahí se lleva a cabo un proceso logístico de recibir, clasificar, almacenar y distribuir alimentos todos los días. Y como se necesitan manos para que esto funcione, 4982 voluntarios han pasado por ahí a lo largo de 15 años prestando las suyas.

 

En busca de solucionar el gran problema, en 2014 nació Plato Lleno, una organización que rescata comida sobrante en eventos, fábricas y distribuidoras para luego llevarla a los comedores. De esta forma, en los últimos tres años, más de 2000 toneladas de comida, cuyo destino hubiera sido la basura, sirvieron para alimentar a miles de familias. Laura Gancedo, voluntaria en el equipo de logística de Plato Lleno, cuenta que una de las características que tiene su ONG es garantizar el anonimato a la empresa que les dona los alimentos. “Plato Lleno se hace cargo de lo que pueda llegar a ocurrir, el comedor al que llega la comida no conoce a la empresa donante”, asegura Laura.

 

“La comida no se tira”, repitió el creador de Plato Lleno. “Mi abuela me lo dejó muy claro”.

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“Le ofrecemos al donante un convenio de confidencialidad, esto quiere decir que Plato Lleno se responsabiliza por los alimentos recibidos, de esa forma seleccionamos y embalamos la comida adecuada y nuestros distribuidores mantienen una  condición de anonimato”, explicó Alexis Vidal, uno de los creadores de Plato Lleno.  Como muchos, aprendió de su abuela que “la comida no se tira”.

 

Al igual que Plato lleno, existen otros intentos de solución, como los comedores o parroquias que cada noche salen a las plazas para alimentar a miles de personas. Al preguntarle a Alberto, un hombre de 50 años que está en situación de calle, cómo lograba comer en la semana, respondió que cada día encontraba alguna donación. Esto es algo positivo, aunque, muchas veces esas donaciones no son suficientes y las parroquias deben comprar alimentos para saciar el hambre de estas personas.

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Comer cada día no debería ser un lujo, es un derecho humano, parte de lo que hace la dignidad del hombre. La problemática es clara, falta comida, mientras que de modo opuesto, sobra también. Establecimos las causas, pero la más importante, es la falta de concientización. Es imposible intentar de solucionar o ayudar cuando no se sabe del tema. En nuestro país, este es el principal problema, las personas no saben qué hacer, ni cómo ayudar. Es necesario que haya más comunicación y que se abran los ojos. El Artículo 9 de la Ley Donal, y otros proyectos de ley, no logran establecerse ni cumplirse simplemente porque a la gente no le interesa, o no le parece lo primordial. ¿Cómo puede ser que en Argentina muera gente por desnutrición y esto no sea primordial? No se está valorando la vida de otros.

 

La ecuación se resolverá cuando todos abran los ojos a la realidad. El problema que enfrentamos no debería ser resuelto solo por ONG´s, parroquias, comedores, en resumen, CARIDAD. Sería ingenuo pensar que es algo simple luchar contra el hambre. Pero, además de ser tan complejo, se le suma una complejidad inexistente, se entra en un estado de inmovilidad, estancados en el sentimiento de lástima. Es cuestión de comenzar dando pequeños, uno tras otro y de a poco se saldrá adelante.

Fotografía sacada en el Mercado Central por Agustina Noé
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En la Argentina se desecha el 12% del total de la producción de alimentos
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Foto Archivo
Foto Archivo
¿De dónde salen los alimentos?
¿Cómo se trasladan los alimentos?
¿Quiénes reciben los alimentos?

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