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Mercado Central de Buenos Aires: ciudad de frutas y hortalizas
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El Mercado Central de Buenos Aires es el centro comercializador de frutas y hortalizas que abastece al Gran Buenos Aires. Además de comercio, cada día una multitud de personas se acerca para revolver entre desechos, buscando alimentos.
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Por: Santiago Thomas
Desde temprano, a las 4 de la mañana, más de 600 empresas comienzan a comercializar todo lo que refiere a frutas y hortalizas. 12 naves con 50 puestos cada uno convierten al Mercado Central en una ciudad de más de 500 metros cuadrados. Desde las 2 de la mañana, cientos de camiones llegan allí para llenar sus acoplados con alimentos que se distribuirán a diferentes supermercados, verdulerías, y mayoristas para abastecer a los 12,8 millones de habitantes del Gran Buenos Aires. Claro, la variedad y cantidad es tanta que al finalizar las cargas sobran toneladas y toneladas de frutas y verduras ¿Qué ocurre con ello? Es allí cuando aparecen las organizaciones que trabajan a beneficio de comedores y hogares carenciados.
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Martes a las 8.45 de la mañana la organización Plato Lleno está lista para llevarse todo lo que puede del Mercado Central. “Empezamos a venir al Mercado desde julio de este año. Es el lugar del que más alimento rescatamos”, confesó Laura Gancedo, una de las coordinadoras generales del proyecto. A las 9 de la mañana llegó Alexis Gutiérrez, empleado del Mercado Central, para que las 5 organizaciones diferentes se dirigieran con sus fletes, combis, autos o camiones a los puestos que él les indicaba. “¡Plato Lleno: nave 4, puesto 26!”, ordenó Alexis y sin más, empezó la recolección.
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Los empleados del puesto 26 esperaban con sus cajas llenas de zanahorias a desentenderse de todos aquellos alimentos. “¡El que devuelve no vuelve más!” se escuchaba desde el interior del puesto. Se había vuelto una ley implícita que cada organización debía aceptar incondicionalmente todo lo que le daban sin elegir fruta por fruta o verdura por verdura. “La primera vez que vinimos no sabíamos nada del tema y nos insultaban de un lado a otro por devolver alimentos que estaban en mal estado o por no devolver las cajas. Fuimos aprendiendo de a poco”, explicó Eugenia Gancedo, hermana de Laura, que era la encargada de llevar el registro de todo lo que se rescataba. A caballo regalado no se le miran los dientes.
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Cada organización debía tomar todo lo que se le otorgaba y recién después podía desechar las frutas y verduras en mal estado en volquetes que estaban a disposición. Pero aun así, no sobraba nada. En la sabana cuando un animal muere no queda nada. Primero vienen los leones, luego las hienas, y luego los carroñeros se encargan de dejar huesos blancos y limpios. Aquí era lo mismo. Había por los menos 7 personas dentro del volquete cortando de cada hortaliza lo que estaba negro para llevarse la parte que pudiera servir de alimento. “Hace unos años hicimos un censo y son entre 500 y 700 personas que ingresan al Mercado para bucear entre la basura todo lo que pueden llevarse.”, informó Alexis con algo de lastima. “Vienen de tres diferentes villas que están cerca”. Sin embargo, la situación se quiere cambiar. “Estoy trabajando en un proyecto: construir una nave dedicada a los alimentos restantes que se llevarán la organizaciones. Los empleados encargados de clasificar aquellos alimentos serán las mismas personas que vienen y se meten dentro de los volquetes. Tendrán un trabajo y sueldo digno”, explicó Marcelo López, gerente de coordinación de relaciones institucionales del Mercado Central.
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Los comedores asociados con Plato Lleno son los que pueden aprovechar el beneficio de los rescates realizados. Los días martes, se rotan para ir al Mercado Central y llevarse el botín. El 5 de septiembre le tocó a Liliana Toribio del comedor Obra de Jesús, quien dijo que el comedor alimenta a más de 200 personas por día. Les dan almuerzo y merienda. Son las madres del barrio que se encargan de realizar las comidas para alimentar a todas las personas que llegan allí. “En los días festivos hay que hacer mucha comida porque se llena el comedor”, comentó Liliana.
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A las 11.30 de la mañana, a media hora de que se cierre el Mercado Central, ya todas sus organizaciones tenían los alimentos que fueron a recolectar. Plato Lleno finalizó su jornada en la nave 6, puesto 22 (puesto que más comida tenía para donar). Eugenia anotó la comida y kilos recolectados y firmó el registro. En total se rescataron 922 kilos de todo tipo de frutas y verduras, entre ellas papas, manzanas, zanahorias, lechuga, y demás. “Fue un gran día. La mercadería estaba muy buena”, aclaró Laura.
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Generosidad desde el centro
El Mercado Central de Buenos Aires alimenta a más de 50 mil personas en estados vulnerables de alimentación gracias a su programa de Acción Comunitaria la cual dona 4 mil toneladas de alimentos bromatológicamente consumibles por año.
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Por : Paloma Suárez Echeverria
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En uno de los rincones del Gran Buenos Aires, en Tapiales, a 2 km de Av. General Paz y Autopista Ricchieri, camino al Aeropuerto de Ezeiza, se puede encontrar un espacio que no solo tiene fines lucrativos sino también solidarios. El Mercado Central de Buenos Aires, desde donde sale una inmensa cantidad de alimentos hacia diversos lugares de la ciudad, cuenta con un sistema organizado y solidario que brinda 4 mil toneladas de alimentos bromatológicamente consumibles a familias más vulnerables económicamente.
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El mercado tiene dos objetivos explícitos. En primer lugar es brindar 600 espacios disponibles para alquiler para que diversos comerciantes ocupen para realizar sus negocios. En segundo lugr el mercado tiene el fin de vender frutas y hortalizas bromatológicamente consumibles por personas sin que afecten a la salud de alguien a la hora de consumirlas. En relación con estos objetivos los comerciantes que ocupan los espacios para sus negocios deben seguir diversas regulaciones y condiciones que impone el mercado.
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Cuando un comerciante no respeta las regulaciones impuestas a este se le multa su mercadería, decomisándola. Esto significa que el mercado se apropia de la mercadería impidiéndole al comerciante venderla aunque este en perfectas condiciones de ser vendida y consumida. Toda la mercadería que es decomisada es la que actualmente pasa a ser donada y distribuida, sin ningún tipo de ganancia y por su gran
cantidad, a las diversas organizaciones sociales.
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Las personas jurídicas que hoy en día buscan alimentos en el mercado son por ejemplo el proyecto plato lleno, Un nuevo comienzo, Fundacion Dignium, entre otras, que se dedican a la recepción de los alimentos donados del mercado y la distribución de ellos a diversos comedores de las 4 zonas de la ciudad. Las toneladas de alimentos, dan de comer a 50 mil personas por dia no solo las que se encuentran en los comedores (algunos dan de comer a 500 bocas) sino también a las familias de las villas que rodean al mercado que van diariamente a hurgar la comida que se tiran a los containers que no pasan la prueba estética apta para la venta comercial. Aquí es el momento cuando nos preguntamo ¿Qué límite tiene la cadena de consumo de alimento? ¿Hasta que punto un alimento deja de nutrir a una persona desnutrida?